La influencia del consumo de carne en la evolución humana
En la antigua Grecia era común que Aristóteles hiciera referencia al ser humano como “animal político”.
Algunos años después, en la misma Grecia, Galeno de Pérgamo logró disecar varios tipos de animales y constató que los órganos, tejidos, venas, arterias y huesos son similares a los de los humanos.

Charles Robert Darwin
Ya en el siglo XVIII Charles Darwin, Thomas Huxley y Ernest Haeckel demostraron contundentemente que los humanos no son un producto de la creación sino de la evolución y los recientes avances en las técnicas moleculares han permitido corroborar que los humanos y los chimpancés comparten el 98% de su genoma.
De manera tal, es evidente que hacemos parte del mundo animal, pero somos excepcionales ya que cocemos nuestros alimentos y asamos la carne a la parrilla mientras socializamos con los mismos de nuestra especie.
Según las evidencias, nuestros antepasados comenzaron a consumir carne hace aproximadamente 2.5 millones de años, cuya fuente eran restos de mamíferos conseguidos inicialmente a partir del carroñeo y luego combinado con la caza.
Una característica importante de estos homínidos es que poseían un tracto digestivo mayor y unos dientes más grandes para poder triturar y digerir los alimentos. Se estima que un individuo de ese entonces, destinaba el 25% del tiempo a masticar.
Pero ocurrieron dos hechos trascendentales en la evolución de los Homo.
Uno, el desarrollo de herramientas afiladas que permitían romper el pellejo de los animales muertos y llegar a la carne y a tejidos como la médula ósea y el cerebro, lo cual mejoró la posibilidad de acceder a una mayor cantidad de carne animal proporcionando niveles adecuados de ácidos grasos que sustentaron una rápida evolución del cerebro.

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