Los caracoles se han recolectado del medio silvestre tradicionalmente en nuestro país y en toda el área mediterránea desde tiempos inmemoriales. Menos conocido es el hecho de que también se ha llevado a cabo su cría en cautividad desde tiempos remotos.
Así, los primeros indicios de prácticas que sugieren una cría incipiente ya aparecen en algunos grupos humanos en la Prehistoria. De todas formas, no es hasta la época romana en la que aparecen prácticas que pueden considerarse realmente como de cría ganadera en esta especie. De hecho, los mayores degustadores de caracoles de la antigüedad fueron los romanos, para los que el consumo de especies como el Helix Aspersa era un privilegio. La alta demanda llevó a la existencia de instalaciones en las villas romanas dedicadas a la conservación y la cría de caracoles. Pero sería a partir del siglo XX cuando hubo diversos intentos de perfeccionamiento de la cría a ciclo biológico completo.
Nos encontramos ante un caracol muy carnoso, de carne blanca y valorada por sus calidades culinarias, fácilmente extraíble, de un gusto exquisito. La homogeneidad de sus características lo diferencia del caracol silvestre, que no dispone de ningún control sanitario.
Además, nos encontramos ante un animal muy prolífico, con una media de entre 70 y 120 huevos por puesta. Velocidad de crecimiento: entre 12 y 16 semanas. Rusticidad baja. En el plan de mejora de la raza será imprescindible mejorar para hacer un animal más productivo.
El peso del caracol adulto (incluido el cuerpo) es de 7,5 gr. (+/- 0,75).
Por otro lado, el comportamiento del bover de crianza varía en función de la época del año, siguiendo los patrones biológicos anteriores a su cría en cautividad.
La hibernación, que coincide con las bajas temperaturas del invierno, así como la disminución del fotoperiodo, es una época en la que el caracol pasa una época de letargo. En esta fase, los caracoles se retraen dentro del cascarón y segregan un disco de moco incoloro, que se solidifica en contacto con el aire, denominándose epifragma. Por otro lado, parece ser que este periodo de letargo es del todo necesario para que se recuperen los órganos reproductores y las funciones sexuales.
La mayor actividad sexual del animal coincide siempre con la primavera, siendo así la época reproductiva por antonomasia. Las puestas constan de 70 a 120 huevos. El periodo de incubación se ha establecido en unos 22 días.
Por último, en la época de más calor y sequedad ambiental (especialmente en julio y agosto) coincide con un periodo de gran apatía para el caracol, llamado estivación, en el que sus funciones vitales se ralentizan y tiende a estar inactivo a no ser que aportemos humedad.
El caracol Hélix Aspersa salvaje se encuentra de forma común en toda la cuenca del Mediterráneo. El Helix Aspersa-Bover de crianza tiene granjas de cría distribuidas por toda España, pero especialmente centradas en Cataluña y Aragón.
REFRÁN:
«Caracoles de abril para mí, los de mayo para mi hermano y los de junio para ninguno».
Fuentes consultadas:
www.feagas.com (La industria del caracol), www.Todocarne.es (El caracol y sus características)